Muchos niños con TDA-H tienen habilidades especiales, pero no tienen la oportunidad de formarse en ellas porque, por su comportamiento, les echan de todas las clases extraescolares. Eso suele suceder por alguna de las siguientes razones: aunque tienen habilidad, no lo demuestran porque la clase no les motiva, lo que provoca que se aburran y su comportamiento sea peor, se sienten inferiores a sus compañeros/as, están demasiado cansados tras la jornada escolar y no colaboran, el tipo de actividad está diseñada para trabajar en grupo y quizá, en su caso, le resulte muy difícil que pueda portarse bien, el profesor no es capaz de motivar al niño, no le arropa emocionalmente, etc.
Esta situación se agrava cuando, por el horario que tienen, los niños no pueden tomar medicación de apoyo o cuando el efecto de la medicación ya ha desaparecido. Es por ello que, una actividad extraescolar para un niño con TDA-H no debe suponer para él la misma exigencia de autocontrol que en clase. En aquellas ocasiones en las que sea insostenible la actividad en grupo, es preferible una clase particular con un profesor a solas. De este modo evitamos problemas y se sentirá bien, querido, atendido y competente. En el caso de que le hayan echado de otras actividades y temamos que la situación se repita, debemos pensar bien a qué actividad vamos a apuntarle, enterarnos de las condiciones (número de niños, monitores que se ocupan de ellos, etc.).
Antes de lanzarle a inscribirlo, debemos hablar con el profesor para contarle cómo es nuestro hijo/a y recoger las primeras impresiones. Si consideramos que el profesor parece saber lo que tiene entre manos y creemos que podría funcionar, le apuntaremos. No obstante, podemos utilizar la siguiente estrategia: le decimos al niño que por el momento no hay plaza, pero que le van a permitir que asista un mes para ver si le gusta. De este modo, si al cabo de un mes el profesor nos dice que es muy difícil controlarle, que todavía es demasiado inmaduro para la actividad o que el grupo se está poniendo contra él, tenemos la excusa de sacarle diciendo que ha terminado el mes de ensayo y que nos han dicho que le tendrán en cuenta para las plazas del año que viene. De esta manera, el niño deja de asistir a una actividad que a todas luces no le conviene, pero no se sentirá rechazado. Si por el contrario, el profesor nos dice que las cosas han ido bien y decidimos seguir adelante, podemos comentarle a nuestro hijo/a que hemos tenido suerte y hemos obtenido una plaza para el próximo trimestre (aunque la realidad sea que ya estaba apuntado desde el principio). Pasado ese tiempo, revisaremos de nuevo la situación.
Actividades extraescolares que hay que evitar con niños hiperactivos
Existen algunas actividades que son perjudiciales para un niño que sufre TDAH, como pasar la tarde con juegos no educativos en el ordenador a o los videojuegos agresivos, ya que presentan las siguientes desventajas:
Al no necesitar de la interacción con otras personas, los niños se sentirán aún más aislados, especialmente si ya tienen problemas para relacionarse.La agresividad de algunos de estos juegos puede hacer que el niño relativice las consecuencias negativas de sus acciones.Muchos de estos juegos utilizan un lenguaje demasiado soez que agrava el problema de decir en exceso palabrotas que muchos hiperactivos experimentan.En la mayoría de los juegos comerciales los niños utilizan trucos para salirse con la suya, con lo que aprenden que siempre pueden ganar y se enfadan en exceso si pierden, llegando a empeorar el tono agresivo de su conducta.
Pero no todos los videojuegos son negativos, existen muchas alternativas que ayudan a los niños a desarrollar tanto sus habilidades sociales y de autocontrol como sus competencias académicas. Para ello, se puede consultar a un experto en Psicopedagogía y TICs que ofrezca una lista de opciones lúdico-educativas que cubran las necesidades que presenta el niño o la niña con TDAH.
Actividades que debemos valorar a pesar del agrado del niño
Esto sucede más frecuentemente en aquellos deportes, en los que se hace más evidente para los compañeros/as y para el propio niño, su falta de habilidad. Por ejemplo si está apuntado a futbol asistiendo unos días entre semana y los sábados se realizan partidos en los que se queda sentado en el banquillo. En este caso el niño no quiere dejar la actividad, no parece tomar conciencia de que está siendo relegado y finalmente comenzará a sufrir por ello. En este caso podemos dejarle realizar la actividad para evitar, en la medida de lo posible, los partidos, poniendo excusas para faltar muchos sábados. También podemos apuntarle en paralelo a otra actividad más adecuada y, una vez que se haya entusiasmado con ella, plantearle que son demasiadas horas con las dos actividades y reducirlas a una. Lo importante es que valoremos qué le aporta la actividad de forma positiva y de forma negativa. Si el niño no destaca per va feliz, nuestro objetivo de que la actividad sirva para mejorar su autoestima no se cumple, pero sí el objetivo de que disfrute de algo que le gusta. Sin embargo, si consideramos que el niño recibe muchos mensajes de incompetencia, debemos estudiar la forma de que lo deje.
La dificultad en dejar de hacer la actividad
Ordenador, televisión, videoconsolas: problema, “siempre es el momento de hacerlo, nunca es el momento de dejarlo”. Estas actividades pueden servir de motivación si se permiten hacer inmediatamente después de realizar una tarea poco gratificante (deberes, estudio, etc.). La dificultad está en dejar de hacerlas, pudiendo dar lugar a una rabieta o reacción desmesurada cuando llega el momento de terminar. Por ello no conviene realizar este tipo de actividades antes del estudio o los deberes porque les va a resultar mucho más complicado apagar y dejar de hacer algo gratificante para a continuación empezar una tarea mucho menos apetecible, lo que puede dar lugar, en el mejor de los casos, a retrasar el inicio de la tarea escolar, y en el peor de los casos, una explosión de rabia que dificulta todavía más el poder empezar, mantener y terminar la tarea escolar.
Esto se explica fácilmente por la dificultad en la regulación emocional, la dificultad para generar motivación, la dificultad para ver más allá del momento presente. Les invade el bienestar que sienten jugando, viendo la tv o en el ordenador, les invade el aburrimiento y el malestar al tener que empezar a hacer los deberes, en esta situación totalmente colapsado por la intensidad emocional, es incapaz de percibir las consecuencias de no estudiar para el examen, lo que le lleva a no querer apagar la televisión y no querer empezar a hacer la tarea escolar.