«Hay que hacer de los centros escolares un lugar donde apetezca ir»

César Bona ha sido el único español finalista del Global Teacher Prize, que selecciona a los mejores maestros del mundo. Bona no da recetas fáciles, sino que explica su propia experiencia en las aulas para ayudar a entender qué se puede hacer.

Este maestro aragonés impartió una charla al alumnado y profesorado de la E.U. de Magisterio de Vitoria-Gasteiz, que puso broche al programa complementario de formación del alumnado que organiza ese centro del Campus de Álava. Ahí habló del impulso que hay que dar a la creatividad y a la imaginación de los niños y niñas, del fomento del pensamiento crítico o de la confianza que hay que tener en el alumnado.

¿Cómo se lleva este salto a la fama?
Soy consciente de que la visión que se tiene de mí desde fuera no es la misma que tengo yo de todo esto, porque me llaman como experto en educación y sigo siendo el mismo maestro que hace un año. Sí es cierto que he aprendido muchísimo en estos meses y lo puedo compartir, pero mi máxima prioridad en la vida es ser feliz con los que tengo alrededor. Soy consciente de que es una cosa bonita, pero, cuando pase, yo seguiré en el aula, que es donde me gusta estar.

¿Cree que este periplo servirá para que la educación mejore en nuestro país?
Creo que es un privilegio lo que estoy haciendo en estos momentos, hablar a futuros maestros y maestras, hacerles ver cuán importante es esta profesión, hacerles pensar y recapacitar sobre que, cada vez que entramos en clase, marcamos a los niños para bien o para mal.
Siempre miramos al norte de Europa al hablar de modelos educativos que funcionan. ¿No hay proyectos educativos que funcionen en nuestro país?
Llevo once meses viajando, conociendo miles de maestros y maestras que viven con mucha pasión su profesión, y me encantaría tener más tiempo para conocer todo su trabajo, porque se llevan a cabo muchísimos proyectos que podrían servir de ejemplo a muchísima gente. Lo que pasa es que siguen siendo anónimos y han de salir a la luz. Les animo a que sigan adelante y los den a conocer.

¿Cómo se podría dar ese paso?
En los últimos años, nos hemos acostumbrado a focalizar solo lo negativo de la educación y ahora se están empezando a ver todas las cosas buenas que hay. Ese es el primer paso, valorar todo lo bueno. El siguiente es sacarlo a la luz. ¿Cómo? Sería interesante que se creara una plataforma en la cual se pusiera todo, incluso las relacionadas con el compromiso social, de gestión de las emociones… y así la gente empezaría a cambiar esa mentalidad de cómo nos enseñaron a hacer las cosas.
Cuando aparece el informe PISA oímos siempre los mismos comentarios. ¿Son tan importantes los resultados, las notas?
Nos hemos basado en ver la educación como algo que se termina en una nota y debe ser un proceso constante. Hemos de ser también críticos, esas evaluaciones significan que hay algunas cosas que tenemos que mejorar. Es verdad que nuestro sistema sigue siendo memorístico, que estudias algo, apruebas el examen y te olvidas rápidamente, y la evaluación también es algo así. Te dan una nota y eso es lo único que importa. La manera de aprender tendría que ser un proceso, ahora se habla de trabajos por proyectos y me parece muy interesante: la evaluación debería estar basada en la reflexión y tener más tiempo para contrastar con los alumnos qué han hecho, por qué y para qué les va a servir.

«Si uno hace algo con gusto, todo funciona mucho mejor»

¿Ese cambio evitaría el fracaso escolar?
¿Por qué sucede el fracaso escolar? Si tuviéramos la respuesta sería fácil solucionarlo. Creo que una de las claves por las que existe fracaso escolar es porque no hacemos de los centros escolares un lugar donde a los adolescentes o a los niños les apetezca ir. ¿Cómo podemos conseguir eso? Si uno hace algo con gusto, pues todo funciona mucho mejor. Si se les escucha, si se les implica a participar en su propio aprendizaje, si se les implica a participar en la sociedad y a ver que lo que hacen es un proceso de aprendizaje continuo, pues seguramente las cosas funcionarían mejor.

¿Cómo cree que tendría que ser el profesorado? ¿Recibe una formación adecuada en la actualidad?
Me gustaría que a los futuros maestros y maestras se les ensañara mejor que como se nos enseñó a nosotros, que se les dieran herramientas que a nosotros no se nos dieron, como la expresión oral, la gestión de las emociones o para sacar toda la creatividad y curiosidad que tenemos, y que luego podemos trasladar al alumnado.

Y la función de la familia. ¿Han cambiado las relaciones entre padres y madres con el profesorado?
Debemos hacer lo posible por acercar familias y maestros. Las familias pueden colaborar mucho, sobre todo si queremos hacer una escuela que tenga compromiso social, si miramos hacia afuera del aula. Tanto en la escuela como en casa se enseña y se educa, por lo tanto, el diálogo es fundamental. Pero no debemos olvidar nunca que el profesional es el maestro.

¿Qué opina del papel de las tecnologías en la educación?
La tecnología es importante y tenemos que ver los usos positivos que tiene, y también alertar de los negativos. Para mí Internet es una herramienta importantísima para estimular la curiosidad de los niños, para invitarles a que investiguen… Pero tenemos que enseñarles a contrastar información, a ser críticos con lo que leen, a citar las fuentes… Eso debe estar a la orden del día. Los elementos tecnológicos son ahora una prolongación de los niños (y de muchos de nosotros): aprovechemos esa situación.

¿Cómo cree que está la educación en nuestro país?
Se respira alivio y esperanza. Alivio por todo lo que hemos pasado en estos últimos años y esperanza porque parece que se mira a la educación de forma positiva, y eso ya es un paso enorme en España. Tenemos que ser críticos y ver que todavía tenemos mucho que mejorar. Como maestros tenemos que dar nuestra mejor versión cada día y luego el sistema tiene que ayudar, porque la escuela sí que va mirando hacia la sociedad para intentar mejorarla, pero también la sociedad ha de mirar a la escuela y darle el valor que se merece.

«Si realmente queremos una sociedad mejor debemos empezar en la escuela»

¿Cuáles serían las características de la escuela del futuro?
Una escuela en la que apenas se vea la diferencia entre lo que se está haciendo dentro y fuera. Una escuela en la que familias, maestros y administraciones locales colaboren juntos. Una escuela en la que se invite constantemente al compromiso social, porque si realmente queremos una sociedad mejor debemos empezar en la escuela. Una escuela en la que se eduque, por fin, en competencias y no por materias. Quieren hacerlo en Finlandia hace años que deberíamos haberlo hecho aquí.

¿Y cómo se pone en práctica todo eso?
Ya hay proyectos muy buenos en marcha, especialmente en pequeños pueblos. A veces no se valora lo suficiente la escuela rural y solo tendríamos que ver lo que se hace en esos casos y aplicarlos a centros más grandes.

¿Es una ley educativa estable una asignatura pendiente?
En la pasada campaña electoral se pasó de puntillas por el tema de la educación, pero al menos se habló de la necesidad de un pacto. La educación debe estar por encima de cualquier gobierno. ¡A ver si hay alguien que verdaderamente se decide a hacerlo! Y si lo hace, que cuente con los que nos dedicamos a la educación y también con los padres y con los niños y adolescentes, que son los verdaderos protagonistas.

¿Cuáles son las carencias de la educación en España?
La expresión oral, la gestión de las emociones… pero también la necesidad de escuchar al alumnado. También veo que las programaciones son muy amplias y no da tiempo de conocer a los niños, de sacar todo lo bueno que tienen dentro, de invitarles a que hagan cosas que tienen que ver con su entorno… Hay que reflexionar sobre ello seriamente.

Afirma que tenemos que confiar en los niños. ¿Ese sería el mantra de la nueva educación?
Totalmente. Cuando uno siente que es importante para los demás, cuando se siente escuchado, cuando se siente útil la autoestima aumenta y es cuando uno trabaja mejor, está más a gusto y aporta mucho más. Tener en cuenta la opinión de los niños es fundamental, porque son los principales protagonistas de la educación. Así que tenemos que adaptarnos nosotros a ellos y no al revés.