Cuando definimos el TDAH es fácil recurrir a la “triada mágica” de síntomas que nos muestran de forma inequívoca las claves para saber en qué consiste dicho trastorno/síndrome y sobre todo para saber si las personas que nos rodean lo padecen o no. Para quien no sepa a qué me refiero dicha triada consta de:
- Falta de atención.
- Impulsividad.
- Excesiva motricidad.
Si bien estas manifestaciones pueden responder a la realidad o no, ya que existen personas con predominio de una o de otra (TDAH tipo combinado, tipo restrictivo, etc…), las tres citadas manifestaciones, no llegan a aportar el verdadero factor diferenciador del TDAH pudiendo llegar a crear confusión y, sobre todo, sirven de poco a la hora de comprender a una persona que lo padece que es en lo que nos vamos a centrar en este artículo. En el video que lo acompaña se explica con la metáfora de la película cómo dichas funciones representan el verdadero problema de las personas con TDAH.
Hemos de decir que en el mundo de la neuropsicología hay muchas definiciones distintas de este concepto (33 en concreto). Para centarnos tomarermos como referencia la explicación propuesta por Russell Barkley (uno de las referencias en el TDAH a nivel mundial) quien define a las funciones ejecutivas como estrategias semi-inconscientes que nuestro cerebro pone en marcha para organizar todos nuestros recursos mentales hacia una meta o acción determinada. O sea, es una especie de capataz interno que va supervisando nuestros pensamientos y acciones cuando nos ponemos manos a la obra.
¿Cómo funcionan? La palabra clave a la hora de responder está pregunta es la inhibición. En esencia lo que van a hacer estas funciones será inhibir pensamientos y reacciones automáticas. Es importante señalar que estas funciones no son totalmente conscientes en una persona sin TDAH o sin ninguna lesión o deterioro cerebral, se activan sin ningún esfuerzo aparente (siempre y cuando no haya una situación de agotamiento psíquico o físico). Si tuviéramos que desglosarlas en pequeñas partes lo haríamos de este modo:
- La memoria de trabajo, podemos definirla como aquella memoria específica que nos facilita recordar una gran cantidad de información relevante cuando estamos llevando a cabo una tarea concreta. Por ejemplo, tenemos que preparar la maleta para un viaje a casa de nuestro primo. Hemos de recordar que tenemos que llevar la ropa necesaria para dos días, pantalones, camisas, ropa interior, calzado, etc… (lo habitual) y además, de repente nos acordamos que a nuestro primo le teníamos que llevar un recuerdo de nuestro viaje a Londres y además el viaje va a ser por una carretera llena de curvas y que si no llevamos algo para el mareo probablemente lo vayamos a pasar mal, etc…( lo no habitual). La memoria de trabajo nos hace posible reunir toda la información necesaria en poco tiempo teniendo en cuenta los conocimientos previos de la situación que estemos afrontando.
- La memoria de trabajo verbal o habla interno, con esto nos referimos a esa vocecita que nos va estructurando los pasos que tenemos que ir siguiendo a la hora de realizar una acción. Por ejemplo, al preparar la maleta para el viaje: paso 1, coge la maleta que está en el armario de atrás; paso 2, coge las camisas que están en la tercera balda de arriba; paso 3, los calcetines en el cajón; paso 4, mete primero el calzado porque si no luego va a ser difícil de introducir… También esta vocecita nos ayuda a inhibir posibles distracciones. Por ejemplo, no te pongas a ordenar ahora el cajón que si no, no te da tiempo ahora a hacer la maleta y pierdes el autobús… en definitiva nuestro capataz velando por el buen desempeño de la empresa…
- La autorregulación de las emociones, motivación y activación. Es la capacidad de inhibir reacciones emocionales que nos puede provocar una situación determinada en beneficio de un objetivo a conseguir. Por ejemplo, estamos preparando la maleta y al quinto paso, cuando estamos buscando esos calcetines que no aparecen al fondo del cajón, sentimos el impulso irrefrenable de pararnos y ponernos a ver la tele por aburrimiento. Entonces pensamos en que si hacemos eso, posiblemente perdamos el autobús o tengamos que ir a todo correr olvidándonos de la mitad de las cosas. En resumidas cuentas anticipamos las consecuencias.
- La reconstitución, podemos decir que es la habilidad para monitorizar nuestras propias acciones, es decir ir preguntándonos de vez en cuando si lo que estamos haciendo lo podemos hacer mejor. Por ejemplo, al preparar la maleta estamos organizando el neceser con los productos básicos de higiene personal. Vamos al baño y cogemos el cepillo y la pasta de dientes, después volvemos a ir al baño y cogemos el champú, en ese momento nos damos cuenta de que si mantenemos el neceser en la mano y vamos recogiendo los objetos en el mismo viaje nos ahorramos 3 ó 4 paseos.
Las funciones ejecutivas se van desarrollando y adquiriendo durante la infancia en un proceso que va de fuera a dentro, o sea, primero se observan desde fuera y se internalizan de forma inconsciente sin ninguna instrucción específica en un proceso muy parecido al de la adquisición del lenguaje el cual no lo aprendemos sino que lo adquirimos.
¿Qué ocurre en una persona con TDAH? Por alguna razón, dichas funciones no se adquieren de forma espontánea como sí ocurre con el resto de la gente. Por eso decimos que es un trastorno del desarrollo (y no de la conducta como se clasificaba hasta hace poco). Siguiendo con el ejemplo de preparar una maleta es fácil que una persona hiperactiva no se acuerde de que le tiene que llevar un recuerdo a su primo o si se acuerda de esto quizá se olvide de meter las camisas (memoria de trabajo). Mientras está preparando la maleta no sabe por dónde empezar y pasa mucho tiempo buscando las cosas y se pierde en acciones que no tienen nada que ver (carencia de habla interna), es posible que sucumba con más facilidad al deseo de parar a ver la tele o a fumar (autorregulación) e incluso puede que se enoje de manera exagerada al no aparecer las cosas a la primera. Este problema con la autoregulación de las emociones puede causar también en muchas ocasiones que los sujetos con TDAH (especialmente niños) parezcan mucho menos maduros emocionalmente que sus pares tendiendo a tomarse todo como personal y teniendo dificultades para relacionarse. Finalmente, puede que dé 20 paseos de más para ordenar las cosas (baja reconstitución). Todo esto hace que el rendimiento pueda llegar a descender muchísimo en determinados ámbitos laborales y de la vida cotidiana y sea mucho menor al que cabría esperar en relación a las capacidades de la persona.
En una persona sin TDAH las funciones ejecutivas pueden funcionar mejor o peor dependiendo de si se ejercitan o no. Las personas que están todo el día organizando tareas como amas de casa, responsables de sección, jefes de línea, etc… es muy probable que tengan muy desarrolladas dichas funciones. En una persona con TDAH dichas funciones no se activan “automáticamente” y requieren de un esfuerzo adicional consciente. Esta es la razón por la que para una persona con el trastorno, tareas como preparar una maleta u organizar la casa pueden asemejarse a tener que subir un edificio de 12 pisos sin ascensor.
Es importante resaltar que a pesar de dicha desventaja, algunas personas con el trastorno sin diagnosticar consiguen, a tientas y barrancas, cumplir con sus obligaciones diarias y desenvolverse frente a las exigencias que su medio le pueda demandar, no sin cometer errores y sin ayudas externas que en muchas ocasiones les pueden hacer dependientes. Y este es el punto clave de dicho artículo, una vez que sabemos cuál es la desventaja que arrastran, es importante pasar del “ya te vale ¡siempre se te olvida algo al preparar un pedido! (ya que hacer eso es como echarle la bronca a un cojo por ir despacio) al “la verdad es que no sé cómo me lo montaría yo con tu problema” Por lo tanto, antes de realizar ninguna intervención, conviene ver la parte medio llena del vaso y reconocer los esfuerzos que esa persona seguramente ha tenido que hacer para recorrer el mismo camino y al mismo ritmo que el resto, estando coja (sin saberlo ella ni los demás). Quizá (no siempre), tener recorrer ese camino en esas condiciones, haya podido provocar alguna que otra herida emocional en la persona (indefensión, ansiedad, depresión…) que conviene curar antes de facilitar un bastón (en forma de intervención) para que pueda reanudar su camino con más seguridad…