Nuestros hijos y los adultos con quienes convivimos entienden mejor que nadie la necesidad de tomar conciencia del TDAH. Entienden la importancia de deshacerse de mitos y malentendidos y de eliminar los sentimientos de vergüenza que pueden ir asociados al trastorno. Eso sólo se puede conseguir difundiendo el mensaje: el TDAH es real.