Sin especialidad psiquiátrica

Un 20% de niños y adolescentes sufren algún tipo de trastorno mental, según la Sociedad Española de Psiquiatría. Anorexia, autismo, hiperactividad, ansiedad, trastorno de déficit de atención. Sin embargo, y a pesar de estos datos, España es uno de los pocos países de la Unión Europea donde no existe la especialidad universitaria de psicología ni de psiquiatría infanto-juvenil. Su creación es una promesa largamente incumplida por los gobiernos de todos los colores, que las sociedades científicas y las asociaciones de pacientes no se cansan de reclamar. Pero las cosas van lentas, y mientras, algunos profesionales optan por marcharse al extranjero para obtener formación especializada.

La creación de la especialidad de psiquiatría infanto-juvenil ha estado, sin éxito, en la agenda de varios ministros

Juan José Carballo se fue a la Universidad de Columbia, en Nueva York, con una beca de la Fundación Alicia Koplowitz, la única organización en España que tiene este tipo de ayudas para la especialización en psiquiatría de la infancia y la adolescencia. Esta fundación otorga becas de formación avanzada —que duran dos años y que permiten ampliar estudios en prestigiosos centros de Reino Unido o Estados Unidos— y también ayudas para estancias cortas y proyectos de investigación. Carballo, psiquiatra, participó en el programa avanzado en 2005/2006. Gracias a él, cuenta, pasó dos años en Estados Unidos especializándose en atención infantil. Una parte fundamental de la psiquiatría por la que empezó a interesarse en una de las rotaciones del MIR. Duró cuatro meses y que se le quedó más que escasa. “Sentí que era un periodo demasiado corto para considerarme competente en un área tan específica y compleja”, dice.

Celso Arango, secretario de la Sociedad Española de Psiquiatría, explica que la formación especializada en este campo es fundamental. “El 70% de las enfermedades mentales tienen sus primeros síntomas durante la infancia y la adolescencia. Incluso el trastorno bipolar o la esquizofrenia”, sostiene este experto, que explica que estas patologías –que no siempre se diagnostican—, cuestan cada año casi 800.000 millones de euros en la UE. Un coste económico al que se le añade también el altísimo coste social para los enfermos y sus familias. “Por eso el diagnóstico precoz desde la infancia es fundamental. Y a ello ayudaría la creación de la especialidad médica de Psiquiatría infantil y juvenil”, abunda.

Su creación está —junto a la de Genética— también en la agenda de la ministra de Sanidad, Ana Mato, aunque los expertos recelan de que esta vez sí vaya a materializarse. Y aunque lo hiciera, su implantación llevaría al menos cuatro años desde su aprobación.

Mientras, insiste Arango, el mecenazgo y la colaboración de organizaciones privadas como la de Alicia Koplowitz es esencial. María Concepción Guisasola, coordinadora de programas científicos de esta fundación, explica que el objetivo de las becas de esta institución —dotadas con unos 40.000 euros anuales— es precisamente cubrir el hueco en la formación de los profesionales. “Que la psiquiatría o la psicología infantojuvenil no estén reconocidas no significa que no haya enfermedades mentales en esas franjas de edad. Es una realidad a la que hay que prestarle mucha atención”, dice.

El objetivo de esta entidad es cubrir con sus ayudas el hueco de formación que existe

Así, a través de las becas avanzadas, los profesionales —psiquiatras que hayan acabado el MIR o estén en el último año, y psicólogos clínicos con el PIR o que lo estén completando— pasan dos años formándose en instituciones punteras como el King’s College de Londres o el hospital Bellevue, de Nueva York. Allí, explica Guisasola, pueden ver a pacientes y tener una rica e intensa actividad investigadora y docente. A su vuelta, los becarios tienen la opción de incorporarse al hospital español que escojan durante seis meses pagados por la Fundación. “La idea es que estos profesionales vuelvan a España y establecer una red de especialistas exbecarios para que los niños estén atendidos en todo el país”, sigue Guisasola. De hecho algunos becarios ya han creado sus propias unidades, aunque otros se han quedado en los hospitales donde se han formado.

Leticia Gutiérrez-Galve, psiquiatra de 33 años, es una de los cinco becados de esta edición —la novena convocatoria—. Irá al St Mary Hospital de Londres. Allí, trabajará sobre la influencia de los trastornos psiquiátricos de los padres —en concreto los depresivos— en el neurodesarrollo de los niños. Gutiérrez-Galve, que ahora trabaja como psiquiatra infantil en el Hospital Universitario de Zaragoza, ha elegido el St Mary porque en ese centro seguirá las mismas rotaciones que los residentes del hospital. “Así se combina la investigación y la clínica”, explica. “En España no hay forma de especializarse, así que una opción es irnos fuera. El tratamiento y la prevención de los trastornos psicopatológicos de los niños y los adolescentes es muy importante porque esta etapa es crucial en el desarrollo y evolución de los trastornos psiquiátricos”, añade.

“Algunas patologías que sufren los niños son completamente distintas a las de los adultos”, dice una psicóloga clínica

Pero solo una quinta parte de los niños que sufren estos problemas está correctamente diagnosticado, según datos de Sanidad. Algo que puede tener, además, un largo recorrido ya que los pacientes cuyo trastorno psiquiátrico comenzó en la etapa juvenil tienen un peor pronóstico que aquellos en los que se inició en la etapa adulta.

Rebeca García Nieto, psicóloga clínica y exbecaria 2008/2010 de la Fundación Alicia Koplowitz, explica además que algunas patologías que sufren los niños son completamente distintas a las de los adultos, como la hiperactividad o el déficit de atención. Esta psicóloga de 34 años siguió el programa de formación avanzada en el hospital Bellevue, de Nueva York, donde se especializó en traumas, en niños que han sufrido algún tipo de abuso físico o sexual. “Los niños se recuperan de los abusos también de una manera totalmente distinta de la de los adultos”, asegura García Nieto, que ahora es una de las psicólogas del centro de salud mental de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid, donde, además, investiga sobre el suicidio.