La motivación es el motivo final por el que una persona realiza algún comportamiento o acción. Dicho de otra forma, es el deseo o la necesitad que dirige nuestra conducta.
Este aspecto tan importante como motor de nuestras vidas se ve claramente afectado en las personas con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), convirtiéndose prácticamente en una característica intrínseca del trastorno. Estas dificultades en cuanto a la motivación se pueden observar en cómo estos niños necesitan estímulos con una recompensa inmediata, o en la dificultad para llevar a cabo tareas rutinarias, aunque estas supongan un gran beneficio a largo plazo..
Es entonces cuando surge la pregunta, ¿de qué depende nuestra capacidad de motivación? Es importante saber que esta no depende de un único factor y se ve influenciada por numerosos factores como el ambiente diario, la educación que hemos recibido e incluso características biológicas. En este sentido, es imprescindible el papel del circuito de la recompensa de nuestro cerebro, regulado por la dopamina. Estudios recientes han demostrado que en las personas con TDAH existen alteraciones del circuito de la recompensa y en los receptores de dopamina, que se manifiestan en:
- La necesidad de mayores incentivos para modificar sus comportamientos
- Una gran dificultad para esperar la recompensa derivada de la tarea
- Una mayor dificultad para realizar el esfuerzo necesario
- Una clara preferencia por la recompensa inmediata
Además de la influencia biológica, también existe un componente emocional muy implicado en la motivación. La gran cantidad de frustraciones que sufren los niños con TDAH diariamente por el bajo rendimiento académico, las pobres relaciones sociales, las dificultades en el control de la conducta… forman un círculo vicioso que lleva a una baja autoestima, una mala autoimagen y una sensación de fracaso y frustración que se transforman directamente en desmotivación. En este sentido, existen dos factores con gran influencia y que hay que tener en cuenta:
- La competencia: sentir que uno es competente en las tareas que realiza o en las actividades en las que participa es determinante para la motivación, y esto se ve muy reforzado por los halagos de los demás.
- Las atribuciones: las razones que vemos como responsables de nuestros éxitos o fracasos. Aquí se pueden dividir en: atribuciones internas o externas, estables o variables, y controlables o incontrolables. La motivación de una persona aumenta cuando se atribuyen los éxitos a factores internos y estables.
Después de conocer todos estos aspectos, es importante conocer una serie de pautas que nos pueden ayudar a mejorar la motivación de los niños con TDAH:
- Reforzar el esfuerzo: la mayoría de los niños agradecen más el reconocimiento personal y el refuerzo social de su trabajo, que la propia nota o valoración de la tarea.
- Dividir la tarea en partes y reforzar la correcta realización de cada parte.
- Destacar siempre las partes positivas de las tareas al evaluarlas.
- Proponer al niño actividades significativas, que despierten su interés y le supongan retos que pueda cumplir.
- Ayudar al niño a ver sus avances y mejoras, comparando las tareas con otras anteriores por ejemplo.
- Utilizar un lenguaje más positivo a la hora de valorar sus tareas, destacando los buenos aspectos además de aquellos que debería mejorar.
- Buscar tareas con novedad: estos niños pierden muy rápido el interés por cualquier cosa y necesitan actividades que les despierten la curiosidad.
- Trabajar en el presente: los niños con TDAH tienen dificultades para manejar el concepto de tiempo, y por tanto aprender de errores pasados o pensar en consecuencias futuras.
- Fomentar la actitud de éxito, ya que el reconocimiento y la aceptación son motivadores muy poderosos.
- Proponer retos y desafíos, que lleven a la superación de uno mismo.
- Practicar el adelanto fantasioso del éxito, imaginándose las consecuencias positivas de haber conseguido las metas, y no tanto pensando que podría pasar si fracasa.
- Utilizar autoinstrucciones: darse instrucciones a uno mismo mientras realiza la tarea y felicitarse por los resultados obtenidos.
Como conclusión, es importante saber que aunque todas estas estrategias pueden y deben ser utilizadas por la familia, la escuela o los profesionales, estas pautas deben ser enseñadas a los niños desde bien pequeños como forma de promover la auto-motivación, que a largo plazo no está tan influida por los éxitos o fracasos, o por los factores externos que nos podemos encontrar en el camino.