El TDAH es cada vez más común entre los adolescentes, debido, principalmente, a no haber sido diagnosticado con antelación. Así, se aboga ya por el abordaje específico de estos pacientes con la instauración de una unidad específica del joven y adolescente. Este área contempla la patología neurológica, lo que supone un abordaje específico y de alta calidad para este grupo. En el Hospital Viamed Los Manzanos esta unidad la lideramos la autora de este texto, María Vaquero Garrido, y la doctora Inmaculada Aragón Corcuera, psicóloga infanto-juvenil.
La adolescencia es, sin duda, una de las etapas de desarrollo del niño más transcendentales, y por tanto, un momento de la vida donde los padres más cambios perciben en sus hijos. Tanto es así, que en ocasiones los adultos no son capaces de discernir cuándo el niño está pasando por una época propia de la adolescencia o se trata de un trastorno. La apatía, la desmotivación, los problemas conductuales, la aversión hacia el estudio, las conductas impulsivas, la falta de esfuerzo, la ausencia de planes de futuro no necesariamente son propios de la adolescencia. Acentuados, es conveniente acudir a un especialista.
Si ya en sí misma la adolescencia y primeros años de la edad adulta suponen un cambio en distintos aspectos y nuevas vivencias no exentas de conflicto, en el caso del adolescente con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) la situación se complica en ocasiones todavía más.
Los últimos datos en España reflejan precisamente el aumento de casos diagnosticados con TDAH. En la actualidad, el 4,6% de los niños en edad escolar padecen este trastorno, siendo más común en varones que en mujeres. En La Rioja, además, y de acuerdo a los datos de la Asociación ARPANISH, Asociación Riojana de Padres de niños con TDAH (www.arpanih.org), este porcentaje se confirma y se sitúa en torno al 5% de los niños infanto-juvenil.
El aumento de porcentaje en enfermos con TDAH se ha manifestado más notoriamente en los últimos 10 años a nivel mundial. Según los expertos, no se debe a que realmente exista un aumento de la incidencia de casos TDAH, sino a una mayor concienciación de la enfermedad entre padres, profesores y atención primaria, que acuden al médico especialista ante la menor sospecha.
Pero el tratamiento de estos pacientes no se puede llevar a cabo sin que sea previamente diagnosticado y, para ello, es fundamental que padres, educadores y personal sanitario de primaria conozcan no solo que existen profesionales correctamente cualificados para abordar este tipo de patologías de la infancia y que se perpetúan en la adolescencia y muchas veces en la edad adulta, sino también su clínica, sus consecuencias, la estigmatización y otra serie de fenómenos que estos pacientes terminan arrastrando a lo largo de su vida, debido al desconocimiento que existe sobre el TDAH, la ignorancia voluntaria o impuesta en la sociedad, el mal uso de los recursos disponibles y por supuesto a la difícil tarea de llevar a cabo un adecuado tratamiento multidisciplinar para estos casos. El TDAH se manifiesta principalmente en la edad infantil y prosigue en la adolescencia en la gran mayoría de los casos. Se estima que más del 80% de los niños que presentan el trastorno continuarán padeciéndolo en la adolescencia, y entre el 30-65% lo presentarán también en la edad adulta. De hecho, al ser un trastorno crónico que evoluciona con la edad, suele reducir unos síntomas, como la hiperactividad motriz, y otros los incrementa, como la impulsividad. Muchos de los adultos con TDAH sin precisar tratamiento han compensado sus deficiencias y han aprendido a controlar las consecuencias negativas, que no constituyen un impedimento importante en el desarrollo de buena parte de su actividad. Sin embargo, otros no han desarrollado adecuadamente algunas de las facetas básicas de la persona, sufriendo trastornos de la personalidad, alteraciones emocionales graves, problemas afectivos o laborales, mayores tasas de accidentes de tráfico, dificultades en las relaciones sociales, etc.
Síntomas
En la etapa adolescente, los principales síntomas de esta patología son:
1.- Inatención: Inmadurez cognitiva y emocional, introversión y escasa expresividad, dificultad en las relaciones sociales, falta de iniciativa, falta de autonomía, problemas académicos y del aprendizaje, etc.
2.- Hiperactividad: Dificultad en relaciones sociales, exagerada extroversión, sobrecarga de intereses y objetivos, dificultad para concluir tareas, necesidad de movimiento constante, etc.
3.- Impulsividad: Dificultad para aceptar límites a su comportamiento, búsqueda de recompensas inmediatas, actitud desafiante, mayor riesgo de adicciones, abandono y rechazo de los estudios..
Algunos de estos síntomas están presentes durante toda la vida, y otros en cambio se trasforman hasta no ocasionar ningún tipo de problema en el funcionamiento del sujeto con el tiempo y tratamiento.
Por lo general, el TDAH tiene un importante impacto en el adolescente y en su entorno familiar y se traduce en un mal desarrollo de la autonomía de la persona, dificultad para identificar lo que necesita, indefensión aprendida, alta frustración, problemas afectivos, miedo al futuro, malas notas, baja autoestima y autoconcepto negativo de uno mismo, sentimiento de culta, escasas o malas relaciones con sus iguales y conflicto en el núcleo familiar. Este comportamiento impacta directamente en su entorno más cercano y se manifiesta a través de reacciones desproporcionadas, pasotismo o aislamiento.
En la etapa adolescente existen diferentes perfiles de personas que sufren este trastorno. El grado de intensidad de esta patología depende de varios factores: la condición biológica y sintomática (la genética y desarrollo de la persona); y las condiciones ambientales que han rodeado su evolución, como pueden ser: resultados académicos, entorno familiar, estimulación cognitiva, corrección conductual, así como el tratamiento e intervención previa que haya llevado a cabo, en el caso de que se haya detectado en la edad infantil.
Tratamiento
Dada la problemática que deriva el TDAH para el paciente y su entorno, es fundamental realizar tanto el diagnóstico en esta etapa de la vida (si no se ha realizado antes) como la detección de otros procesos concomitantes. Y a partir de ahí, establecer el adecuado tratamiento que resuelva los problemas psicológicos afectivos y sociales.
El tratamiento debe dirigirse tanto al afectado como a su entorno con el fin de establecer nuevas rutinas, potenciar apoyo emocional desde las familias y núcleo social, evitar comportamientos o actividades perjudiciales y desarrollar conductas positivas.
El programa de intervención para el TDAH debe hacerse a varios niveles adaptando a la edad y la situación específica del niño, estableciendo las respuestas a sus necesidades. El proceso terapéutico para el TDAH en niños y adolescentes comprende tres etapas fundamentales: evaluación inicial y una estrategia terapéutica (que puede incluir tratamiento farmacológico y tratamiento conductual, psicoterapia y psicoeducación).
Además, será fundamental la intervención con los padres, con programas para entender la enfermedad en el entorno familiar, así como intervenciones escolares, que empiezan a ser cada vez más frecuentes y que tiene como objetivo que padres y profesores establezcan un método efectivo de comunicación para ayudar al paciente.
Esta etapa de la vida tan voluble, fundamental para la adquisición de la autonomía y la personalidad, debe por tanto ser meticulosamente valorada por especialistas adecuados evitando complicaciones o conflictos emocionales y sociales que podrían afectar no solo al adolescente, sino a su familia y persistir además en la edad adulta.